Una verdadera tragicomedia se desarrolla ante nuestra mirada atónita de ciudadanos que apostamos por la democracia: el juego de intereses personales, grupales y económicos, que, camuflados como ‘acuerdos’, ‘diálogos’ y hasta ‘reconocimientos’, se barajan en estos días sobre la mesa nacional, a causa del resultado de las elecciones que han dado una nueva fórmula presidencial, que gobernará, por cuatro años (¿?), y que debe armar sus cuadros, para tomar posesión de todos los organismos del Estado.
Líderes políticos que hasta hace unos días se mostraban como enemigos acérrimos, de pronto, -por arte de magia-, posan ahora hombro con hombro, y con la sonrisa que solo puede despertar la satisfacción de haber logrado sus intereses personales. Por ejemplo, el presidente del Partido Liberal, a sabiendas que no tenía candidato para la primera magistratura, se alió con el candidato que recogía toda la clase política tradicional; derrotado éste en la primera vuelta, se la jugó por el candidato que fuera, mientras no fuera el de la izquierda, al que calificó de peligroso populista; pero tan solo unas horas después de que su candidato también fuera derrotado, posa sonriente en un nuevo acuerdo con aquel ganador que nunca quiso como triunfador…
Uno de los políticos que más ha cambiado de banderas en las últimas décadas, según sus intereses personales, que ha sido señalado públicamente como persona deshonesta, a quien se le han encontrado fajos de dinero en casa y en otros lugares, aquel que armó las estrategias más sucias para enlodar a los demás candidatos, aquel que se ufana de ello, es quien ahora va a representar como presidente del Senado de la República a ‘los nadies y las nadies’ que no se identifican con él, y que tanto claman por un cambio en la política nacional. Todo bajo el aval del nuevo primer burgomaestre, que anunciaba a grito entero, en días de campaña, el cambio en favor de los más pobres. Ahora hay rupturas en su propia colectividad por este motivo: la traición frontal a sus electores, desde antes de iniciar su gobierno.
Y la lista comienza a alargarse: quienes fueron candidatos ahora son cándidos coqueteadores. Alguno dirá que es importante dar cabida a todas las fuerzas en el gobierno. Muy bien, entonces vale preguntarse ¿también dar cabida a las fuerzas oscuras, contradiciendo a quienes decían representar en el tiempo de campaña?
Pero la cosa no es solo en Colombia. Miremos toda la pantomima europea y norteamericana con la trágica guerra que golpea al pueblo ucraniano. Se guardó cómplice silencio con la tragedia que vivían los prorrusos en el Dombás durante ocho años, hasta que Putin estalló invadiendo. Ahora sí, se rasgan las vestiduras los líderes de países por el atentado a la soberanía de una nación. Aquellos mismos que participaron en la invasión de Iraq argumentada con mentiras, solo para quedarse con el negocio del petróleo, las guerras en Yemen, en África, el derrocamiento de líderes como en Libia e incluso en Latinoamérica: y gritan ¡qué injusticia! Lo que pasa es que sus beneficios están en juego…
Y se erigen como defensores de la paz enviando miles y miles de millones de dólares en armas para que los ucranianos sigan muriendo y endeudándose hasta la quinta generación con los miembros de la OTAN. Pero, parece que en verdad a ninguno le interesa Ucrania. Países como Italia, que pudieron haber jugado un papel importante para una verdadera paz en Ucrania, se sometieron a la orden recibida desde USA, y simplemente cayeron en la trampa que afectará a sus propios ciudadanos, porque la inflación está que acaba con todo. Es una vergüenza ver cómo se dicen y contradicen en el parlamento europeo, comenzando por la presidenta de la corporación. Ahora están preocupados por las consecuencias, que, como bumerang, se les vienen encima tras las sanciones a Rusia, sin contar con las consecuencias de los movimientos que ya se realizan en Oriente con China, India y la misma Arabia Saudita, que históricamente no han tenido mucho en común y ahora son ‘amiguis’. Entre los estados no parece haber amistad, sino juego de intereses económicos. Habrá hambruna y recesión… ya está asomándose.
En medio de esto, Latinoamérica tiene que seguir jugando como el patio trasero de los Estados Unidos, y por esto nos encontramos con la obra teatral en la que, de pronto el presidente norteamericano llama ‘amorosamente’ al dictador venezolano para decirle que siempre han sido amigos, que ‘todo bien, todo bien’, y que autoriza empresas norteamericanas a seguir explotando petróleo en Venezuela, sin sanción alguna por los atentados contra la democracia y los derechos humanos, que tanto dicen defender como policías del mundo, a lo largo de estos 20 años de sometimiento al pueblo venezolano… y ¡aquí no ha pasado nada!
Y el presidente colombiano, aún en gobierno, corre a los llamados del norteamericano para ‘ser miembro especial de la OTAN’, un ‘honor’ que da vergüenza, porque, ¿para qué ha servido la OTAN en los últimos 30 años, cuando debió desaparecer tan pronto se deshizo la Unión Soviética? Solo ha alimentado, conflictos, desconfianza y venta de armas. Los señores de la guerra, -como los llama el papa Francisco-, han tenido allí su centro vacacional. La OTAN quiere más presencia en Latinoamérica con tal de tener a los rusos lejos, a cambio de unos pocos beneficios económicos para estos países subdesarrollados. Recordemos por qué el ratón cayó en la trampa: porque nunca se preguntó por qué era gratis el queso… Todo tan Maquiavélico…
En redes sociales, libros, videos, conferencias, etc., hay una proliferación de referencias a la necesidad de exorcismo de personas que supuestamente han sido poseídas por el mal. Incluso hay clérigos que, jugando con una mentalidad mítica y mágica, hablan de posesiones y cosas de esas que, han servido más para películas de Hollywood. Sin embargo, ninguno se ha preguntado si se necesita un exorcismo en las redes de la política. Por el contrario, muchas veces la presencia de los clérigos en ellas está para bendecirlas.
Quienes nos hemos sentado en un confesionario a atender el dolor y el pecado de tantos seres humanos, -y teniendo en cuenta nuestros propios pecados-, sabemos que por el alma de cualquier persona pueden pasar muchas cosas feas, desagradables, malvadas, criminales, engañosas, oscuras, etc., y sabemos, por tanto, de la importancia de la misericordia divina. Pero parece que aún no logramos encontrar un modo de responder a la pregunta: ¿Qué hay en el alma de los políticos?
Víctor Ricardo Moreno Holguín, Pbro.
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