Fariseo significa “separado”. Los fariseos eran los más rigurosos de los judíos. Aparecen como reacción contra la inclinación de ciertos judíos hacia las costumbres griegas. El fariseo se aferra a la ley mosaica para evitar la influencia en ella del helenismo. (Alba, 2009)
Jesús venció la muerte y el pecado, también curó, pero con lo único que no pudo fue con el fariseísmo en la Iglesia y la sociedad. El fariseo depositario de la Ley de Dios se hizo dueño de ella, demasiado interesados por estar bien con el poder romano perdiendo sus raíces, la religión se centraba en el culto, en los actos exteriores y no en la actitud interna del corazón. Llevaron la observancia de la ley al extremo de olvidarse del espíritu que animaba, y quedó tan solo la letra vacía; interpretaban la ley de manera tal, que su aplicación en todas las esferas de la vida cotidiana se terminó convirtiendo en un suplicio, en un montón de preceptos, inventados por ellos e imposibles de cumplir. Los fariseos convirtieron los Diez Mandamientos revelados por Dios a Moisés, en un código con cientos de leyes que no había sido revelado por Dios en ningún momento. Podríamos decir que el fariseo llegó a defender la ley de Dios hasta de Dios mismo. Esos cientos de leyes formaban una fortaleza o muralla alrededor de la ley de Moisés, de tal modo que la defendían no sólo de los pueblos paganos, sino también de los mismos judíos que, espantados por tanto precepto, se alejaban de sus propias raíces, de su propia tradición.
Reclaman porque Jesús no habla de Moisés, pero sí del Padre, por qué hablar del amor y no de la ley, porque cura en sábado y no guarda el descanso. Un fariseo no se inmuta ni se conmueve ante el dolor del que sufre, pero si se rasga las vestiduras porque alguien arranca espigas para comer. El mundo fácilmente reclama por la falta de mejores series, de televisión, de fútbol, de sus datos, olvidando la cantidad de masacres que se están realizando en territorios lejanos a la capital donde es evidente el rebrote de grupos al margen de la ley, se rasgan las vestiduras ante el maltrato animal viendo cómo los humanos pierden el horizonte frente a leyes que no protegen al menor, al inocente e indefenso. Una sociedad que fácilmente juzga a los demás, se olvida de lo que hace, cómodamente se rasgan las vestiduras ante el manejo que se le da a la corrupción, pero se les olvida que en casa mienten y maltratan, se pide paz, pero se es violento en el hogar, se dice no a la corrupción pero el dinero de la familia se gasta en licor, drogas y juegos, se critica al infiel pero se traiciona a la pareja, se actúa con doble moral, se es envidioso, cizañozo y se busca el momento oportuno para herir, sintiendo que los privilegios son para sí mismos.
El cristiano en el fondo ha de ser un revolucionario, que antes de salir a pelear debe vivir su propia revolución interior. De igual manera, la iglesia no puede replegarse en sí misma y tan real y capaz de estar atenta a los signos de los tiempos, derribando aquellos muros impenetrables. Ahora bien, el peligro que se corre de estar en una cacería de brujas tratando de ver quien es fariseo, puede ser un riesgo y peligro latente, ya que el ataque mejor utilizado por el enemigo es hacer sentir fariseo a aquel hombre que lucha por ser bueno en todo y al llegar a casa sólo porque pone orden en el hogar es tildado de fariseo, porque dijo una palabra y ella ha sido mal interpretada, una apariencia de santidad pervertida con la práctica de unas obras incoherentes, sin frutos de conversión, vivir la conversión y con un camino de humildad, sirva de instrumento para reconocer que hemos pecado, la necesidad de una revolución de masas, de un revolcón a este mundo que puede estar anestesiado de un no quiero cambiar.
Permanecer unidos el resto lo hace Jesús, esta ha de ser la mejor lección para nuestro día a día, de ahí que duelen los silencios, la indiferencia, el desentenderse, la lección de vida de Jesús para los discípulos es ante las incomprensiones, ante la pandemia permanecer unidos, casi que esperando la señal de Dios, la orden, la directriz, con el gran interés y deseo de trazar una línea que permita hacer real el amor como supremo mandamiento.
P. Wilsson Ávila
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