Queridos hermanos y hermanas:
Con ocasión de la XXX Jornada Mundial de Enfermo, instituida por san Juan Pablo II, enviar un cordial saludo a nuestros hermanos que llevan el peso de la enfermedad, a sus familias, a ustedes los profesionales y voluntarios en el ámbito sanitario, párrocos y capellanes hospitalarios, para que siguiendo el mensaje propuesto de este año donde somos invitados a “ser misericordiosos como el Padre de ustedes es misericordioso” (Lucas 6,36) estar al lado de los que sufren en un camino de caridad, así juntos poder compartir la cercanía de un Dios amoroso que les bendice y cuida, les conforta en su enfermedad.
Que en el servicio al prójimo que sufre y a través de la misma experiencia del dolor, podamos acoger y hacer crecer en nosotros el verdadero rostro de una Iglesia que acompaña, escucha, cuida, protege, defiende y celebra la vida. Una Iglesia que seguirá siendo voz de todos aquellos más frágiles, para pedir una atención en salud de calidad, manifestarles que no les tenemos en el olvido, que nos preocupa todo el plano estructural de los servicios en salud, las condiciones dignas de los trabajadores en salud como talento humano valioso que debemos sostener, buscando el bienestar de todos, donde la acogida será el mejor signo de la hospitalidad brindada, que todo lo que se hable en el mundo de la salud no se quede sólo en palabras, poder ser participes y compañeros de camino, “Los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo. Nada hay verdaderamente humano que no encuentre eco en su corazón. La comunidad cristiana está integrada por hombres que, reunidos en Cristo, son guiados por el Espíritu Santo en su peregrinar hacia el reino del Padre y han recibido la buena nueva de la salvación para comunicarla a todos. La Iglesia por ello se siente íntima y realmente solidaria del género humano y de su historia” (GS 1).
A María, Salud de los enfermos, como Madre nuestra, encomendamos a todos los enfermos y los que se ocupan de ellos. Unidos en la oración y fraternidad les deseamos un año lleno de bendiciones.
Compartido por P Wilsson Ávila
Capellán Fundación San Carlos
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