Hace apenas dos días los obispos de Colombia se pronunciaron sobre la situación nacional en su anual Asamblea Plenaria. Esta semana se anuncian y realizan manifestaciones a causa de la complicada vida en el país, enfocándose como protestas en contra o a favor de las decisiones políticas del actual Gobierno. Bien nos cae, entonces, un eco a las palabras del Episcopado, como iluminación a la mirada, la actitud y los caminos de salida ante esta situación que parece más susceptible de polarizar que de fortalecer la unidad del país de la Virgen de Chiquinquirá.
Emerge como un bálsamo su invitación a la reconciliación; los obispos de recogiendo su historia de apoyo a la unidad nacional, apuestan por “una pastoral para la reconciliación y la paz en Colombia”. Siguiendo al Maestro de Nazaret, saben que es infructuoso el enfrentamiento cruento, en el que algunos insisten en mantenernos; guerra de la que los colombianos estamos cansados, porque “la paz es posible porque ya hemos logrado avances en este campo”, insisten los mitrados. Por tanto, quienes salgan a protestar esta semana han de asumir con responsabilidad sus acciones, pues la paz “es un trabajo colectivo que implica reconocer errores del pasado y asumir compromisos en el presente”. No se puede insistir tercamente en mantener el error de la violencia.
Es una vía más sensata reafirmar el deseo de salir al encuentro de todos con la Buena Nueva, -que es posible en esta Nación-, y así, “ensanchar el horizonte de la vida, don inestimable de Dios, en el respeto a la dignidad de toda persona”, como insisten los pastores. Con seguridad es hora de que más fieles católicos y las personas que buscan el bien, lean y traduzcan “en actitudes y comportamientos las orientaciones” sobre la reconciliación y la paz en Colombia, que ha emitido con anterioridad el Episcopado. A este respecto, los líderes políticos tienen una grave responsabilidad, y sin lugar a dudas, es a ellos en quienes más debe enfocarse la mirada nacional e internacional.
Y es que ¡aquí cabemos todos! Las insistencias del papa Francisco resuenan en la Conferencia Episcopal, que cada vez más nos invita vivir “-ensanchando- el espacio de nuestras tiendas, -como dice el profeta Isaías-, para caminar juntos y ampliar los horizontes eclesiales”, recalcan los obispos; pero no solo. Ha habido innumerables manifestaciones de comunión y participación nacional, de las que el Pueblo de Dios se hace partícipe porque, eso de caminar juntos es un llamado urgente a toda la sociedad nacional.
Por tanto, hay que escuchar lo que se dirá en estas protestas, hay que discernirlo con seriedad, pues la retórica política suele estar marcada por sesgos que no siempre benefician a todos, y hay que tomar decisiones que estén cargadas de justicia social, respeto por la propiedad privada y búsqueda del bien común, porque la Nación no puede prolongarse en un suspenso infinito a la hora de tomar caminos para el bien de todos.
La Iglesia colombiana “escucha, discierne y decide, como Pueblo de Dios, bajo la guía del Espíritu Santo, para ser signo de esperanza”, con la “certeza de que, en Jesucristo, hecho uno de nosotros, nada está perdido”, anunció la CXIV Asamblea de los obispos. Los colombianos están llamados a acoger este llamado de los pastores, que a su vez se pronunciaron sobre el fenómeno de la migración a la que los esfuerzos de tantos obispos con sus diócesis siguen entregando su apostolado, “y este fenómeno se agrava por el desplazamiento interno de nuestros compatriotas a causa de la violencia”.
A propósito de las decisiones que se tomen con respecto a la explotación minera y al sostenimiento de la economía nacional con los combustibles fósiles, recordemos que la preocupación de los obispos por “una decidida <conversión ecológica>, animada desde nuestras comunidades eclesiales, puede encaminarnos a una ecología integral, que nos ayude a redescubrir nuestra misión de ser custodios de los bienes dados por el Creador, evitando todo abuso explotador de la biodiversidad colombiana”, se convierte cada vez más en materia de apostolado en las parroquias rurales y centros urbanos. Si queremos cuidar la creación, será necesaria la practica de la contemplación, que mueve los corazones a una experiencia de respetuosa unidad, y movilización al cuidado.
Y la nota particularmente de profunda y cercana sensibilidad de la Asamblea de obispos fue sobre “la cultura del cuidado” con todas las personas vulnerables, especialmente los niños, quienes siguen sufriendo abuso en instituciones educativas, en sus hogares, en las calles, explotación laboral, por medio del manejo irresponsable de los medios de comunicación social, etc. Así, también la Iglesia le apuesta a seguir asumiendo “con firmeza y responsabilidad la debida atención a las víctimas y sus familias” en lo que a ella corresponda.
Finalmente, sabemos que algunos grupos de oración, unidos a los obispos, harán manifestaciones de su fe en los templos, unidos en oración por la paz, la reconciliación y la justicia. En silencio contemplativo, con seguridad, la Iglesia como Pueblo de Dios, acompañará esta semana de manifestaciones, meditando y haciendo eco a las palabras de sus pastores.
(el texto completo del mensaje de los obispos, más abajo)
Víctor Ricardo Moreno Holguín, Pbro.
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