LA GRAN ESPERANZA NOS IMPULSA EN EL CAMINO
Mensaje a todos los miembros del Pueblo de Dios en la Arquidiócesis de Bogotá
Queridos hermanos y hermanas, Nuestro Señor Jesucristo, es la más profunda causa de nuestra alegría y de nuestra esperanza.
Con ocasión de la Solemnidad de Pentecostés, nos dirigimos a todos ustedes, movidos por el Espíritu Santo, poderoso compañero de camino que conduce la vida de cada uno y de toda la Iglesia.
Transformaciones que nos impactan
La entera familia humana, el pueblo colombiano y todos los que habitamos esta ciudad región, experimentamos en nuestras vidas el impacto que producen las actuales transformaciones sociales, económicas, políticas, culturales y religiosas.
Sentimientos de malestar, desconcierto, incertidumbre, frustración y tristeza acompañan la vida de no pocas personas, familias y comunidades en nuestra ciudad. La complejidad y dificultad de nuestros problemas como país, son grandes. Vivimos tiempos de crisis. Toda crisis nos pone a prueba, a veces perdemos la paz, muchas veces nos invade la angustia, nos dejamos robar la alegría, nos encerramos en el individualismo, nos paralizamos por el miedo y hasta perdemos la capacidad de la creatividad.
Dios es la gran esperanza
La esperanza del ser humano está dentro de nosotros, no viene de fuera; la verdadera esperanza se vive en comunidad, no en el individualismo; la auténtica esperanza es para nosotros aquí y ahora, no es para un futuro que nunca llega. La gran esperanza nos mantiene en camino día a día, “esta gran esperanza sólo puede ser Dios, que abraza el universo y que nos puede proponer y dar lo que nosotros por sí solos no podemos alcanzar” (Benedicto XVI, Spe Salvi 31)
Recordemos que el Papa Benedicto XVI nos enseñó que, la esperanza se aprende esencialmente en la oración, y nos dice que la oración es un proceso de purificación vivido en lo cotidiano sin salirnos de la historia, en los caminos de nuestra existencia compartida con los demás. De esta manera comprendemos que la oración es la primera escuela de la esperanza: “Cuando ya nadie me escucha, Dios todavía me escucha. Cuando ya no puedo hablar con ninguno, ni invocar a nadie, siempre puedo hablar con Dios … el que reza nunca está totalmente solo. (Benedicto XVI, Spe Salvi 32).
La arquidiócesis de Bogotá, en ambiente de esperanzada oración y en el cumplimiento de su misión evangelizadora, ha hecho un valioso esfuerzo de escucha y discernimiento, buscando reconocer, en los clamores del Pueblo de Dios, los llamados que el Espíritu Santo nos hace.
Nuestras decisiones
Como ustedes saben, en este momento de nuestra vida como Iglesia local, hemos tomado cuatro importantes decisiones que orientan nuestro caminar juntos: cultivar la espiritualidad sinodal; formar discípulos misioneros de Jesucristo; contribuir, como buenos samaritanos, al desarrollo humano integral en la ciudad; y salir al encuentro de los niños, niñas, adolescentes, jóvenes y sus familias.
Estos esfuerzos los llevamos a cabo, siendo fieles a la misión que el Señor Jesucristo, camino, verdad y vida nos ha confiado.
Camino discipular misionero
Hoy queremos llamarlos de nuevo, como miembros de la familia arquidiocesana, a recorrer juntos el Camino Discipular Misionero que hemos identificado; este camino nos permitirá avanzar en la transformación sinodal de la Arquidiócesis, es decir, nos ayudará a vivir como Pueblo de Dios la comunión, la participación y la misión, a asumir un estilo de vida con sabor a Evangelio y a ser sal de esta tierra y luz de esta ciudad que habitamos.
En los próximos tres años, conscientes del protagonismo del Espíritu Santo en el hoy de nuestra historia y de la Iglesia arquidiocesana, sembraremos esperanza; de modo especial, en este año 2023 buscamos reconocer las semillas de esperanza que ya están presentes en nuestras comunidades de fe y en nuestra ciudad región; en el próximo año 2024 saldremos en una gran misión hacia las periferias territoriales y existenciales que reclaman nuestra presencia, allí sembraremos semillas de esperanza; y, en el año 2025, en sintonía con el santo padre Francisco y la Iglesia universal, celebraremos el jubileo de la esperanza.
Cristo no defrauda
La esperanza que es Jesucristo resucitado, en y entre nosotros, no defrauda (Rm 5, 5); le pedimos al Señor, confiados en el cumplimiento de su promesa, que nos envíe una nueva efusión de su Espíritu, para que todos en nuestra Arquidiócesis y en la ciudad región de Bogotá tengamos vida en abundancia.
Bajo el amparo de la Santísima Virgen María, Madre de la esperanza, que acompaña siempre a los discípulos de su Hijo, les expresamos nuestros sentimientos de afecto y gratitud y los bendecimos como hermanos y amigos que anhelamos hacer presente a Jesucristo, el Buen Pastor (Jn 10, 1-18).
+Luis José Rueda Aparicio – Arzobispo de Bogotá
+Germán Medina Acosta – Obispo Auxiliar de Bogotá
+Luis Manuel Alí Herrera – Obispo Auxiliar de Bogotá
Bogotá D.C, mayo de 2023
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