¿Por qué la oración que más elevan los devotos es la oración de petición, cuando debería ser la de acción de gracias? Tal vez lo hacemos porque como humanos nos sentimos ‘incompletos’, siempre necesitados, necesitados de plenitud. Y ¿Dios da la plenitud? La plenitud de Dios es su misma Presencia, y la verdad, no tenemos la capacidad de percibirla en plenitud; somos muy limitados para tan inmenso don. Por eso tal vez sí nos permita degustarla por momentos, como algunos lo pueden confirmar. Lo que sí es seguro es que nos da el anhelo de plenitud.
Si Dios da el Agua que salta hasta la Vida Eterna, necesariamente debe aumentar, con cada sorbo de la misma, una sed cada vez más insaciable en el alma humana. Tal vez a esto de refiera el Evangelio con ‘las cosas buenas que Dios da’. No puede ser que Dios se la pase colmando el apetito de cada persona con nimiedades pasajeras, que incluso podrían distorsionar el verdadero camino del corazón humano. Las cosas buenas que Dios da no pueden ser objetos que podamos meter en un baúl. Tal vez lo que nos da continuamente sea la sed de su Presencia en el hondón del alma, para no cansarnos de buscarlo.
Entonces, el secreto de pedir no estaría en las palabras por decir ni en los objetos por obtener. Pues, sabe pedir quien sabe percibir el anhelo de Dios que hay en el alma. El alma sabe que nunca estará colmada plenamente, aunque beba y tenga periodos de sosiego. Solo ese sabe pedir; ¿y que pedirá? que su sed crezca cada vez más, que su anhelo sea continuo y transparente.
SALMOS Espiritualidad Integral
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