Todas las tradiciones religiosas tienen escritas unas leyes. Llama la atención lo parecidas que son en muchos rasgos, aunque no sean del todo iguales. ¿De dónde surgieron esas leyes? Lo sabemos ya muy bien: de la sabia escucha de quienes, en el silencio de su corazón, alcanzaron a percibir la voz del Espíritu de Dios. ¿Y qué dice esa voz? Esa voz habla con el silencio…
Quienes no entienden esta sabiduría, imaginan que una religión es el seguimiento de una serie de normas, de reglamentos o de discursos, y por ello se quedan en las letras escritas, y no se fijan en las letras o las tildes que marca el Espíritu en su alma. A esas se refiere el Maestro, que conoce el sentido profundo y místico de la Torá, la Ley Divina del pueblo de Israel, que escrita, es un reflejo de la Ley Divina escrita en nuestras almas.
Solo queda ser dócil a cada ‘letra’ que el Espíritu imprime entre nosotros. Quien se dejen guiar por ellas tienen acceso a la presencia divina, que reina en el alma de cada uno: el reino de Dios está dentro de nosotros. Quien no lo haga, se pierde del regalo que se nos ha dado a todos como una maravillosa experiencia espiritual…
SALMOS Espiritualidad Integral
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