¿Por qué no llego a ser libre de todas mis inclinaciones a pesar de haber escuchado mil veces la Buena Nueva? ¿Por qué nadie se convierte para siempre, de una vez por todas?. Parece que todos necesitamos diariamente la ayuda de una voz que en nombre de Dios nos predique el retorno a lo que somos en verdad. Parece que nuestra alma religiosa sufriera de una amnesia continuada…
Conozco la historia de un sacerdote, muy estudiado, muy preparado, profesor. En una ocasión tuvo que ir a una parroquia a ayudar a otro hermano sacerdote en una celebración. Y se encontró con que lo recibió un grupo de niños acólitos, quienes después de acogerlo, le indicaron qué era lo que debía hacer. Ellos le indicaron cómo tenía que celebrar. Él, sorprendido, pero atento, los escuchó (aunque se decía para sus adentros: ‘¿qué me pueden enseñar estos niños, acólitos con todo lo que yo sé?’) Sin embargo, la experiencia fue yendo de fondo, por que incluso, al terminar la celebración, de regreso a la sacristía, cuando él intentaba quitarse sus vestiduras sacerdotales, ellos le dijeron: “falta algo”; él, sorprendido los escuchó. Todos se tomaron de las manos, tomaron al sacerdote de las manos e hicieron una hermosa oración agradeciendo la liturgia que se había celebrado. Ese día ese sacerdote comprendió que cualquier persona le puede enseñar, incluso al más instruido, los caminos de Dios. Como recuerdo de esa anécdota, aún hoy día, hace una oración especial al celebrar la Eucaristía, como conclusión de ese momento, en que ha podido, en nombre de Dios, bendecir al pueblo. Siempre agradecido con estos niños.
Ahora, mantengámonos en nuestra oración silente y profunda. Reconociendo la sabiduría divina que tantas veces nos habla. Que todo esto sea una experiencia espiritual en esta cuaresma.
SALMOS Espiritualidad Integral
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