Hoy, el Evangelio narra el episodio de las Bodas de Caná. Según el evangelista San Juan es el primer signo que Jesús hace en medio de una boda. Debe ser porque el hombre está hecho para crear vínculos de amor y de estrechas relaciones que, con la presencia de la Virgen y de su Hijo Jesús, se convierten en alegría constante.
Me llaman la atención varios signos que confrontan mi vida:
El primero, las tinajas que tienen su propio proceso: vacías se llenan de agua y luego con vino.
Representan tres momentos de la existencia.
Siento, a veces, que la vida está vacía por la falta de asombro, comprensión o desilusión.
Cuando tiene agua, insabora, un poco insípida, plana, puede estar llena de algo y no de alguien.
El proceso termina con la intervención de Jesús para darle sabor al agua. El vino es signo de fiesta. Dios impregna la vida para que la festividad siga siendo celebración y la vida, vida en plenitud.
Señor Jesús permíteme ser vino de alegría, esperanza y reconciliación.
Tócame con tu presencia y TRANSFORMA lo cotidiano en motivos de gozo y alegría.
Acaricia Señor esta tinaja y regálame el vino de esperanza y felicidad.
P. Nelson Humberto Torres González.
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