Hoy más que nunca tengo que darle gracias a Dios por mi vida, y por que definitivamente ustedes me han acompañado, en este duro camino de recuperación. En febrero de 2020 se me presentaron problemas de disfonía, pero los diagnósticos no precisaban qué era, y justo se inició la pandemia, seguí empeorando; en julio me hospitalizaron, y me diagnosticaron mieloma múltiple, un tipo de cáncer en la sangre, muy agresivo, no funcionaban los riñones, los pulmones estaban afectados, y el corazón me empezaba a fallar, me remitieron a la Clínica del Country, y la doctora Virginia Abello me recibió en estado crítico; este mal me desencadenó, insuficiencia renal aguda, alucinaciones y delirios, problemas de ansiedad, una ulcera por presión en la región sacra que requirió cirugía plástica, debilitamiento de los huesos, que me generó una fractura de cadera con tres cirugías para este caso, múltiples, problemas estomacales, y de ñapa me dio Covid 19. Estuve mas o menos tres meses sin conciencia de mí y más de cinco meses hospitalizado.
Y hace un año estaba luchando por salir de la clínica: hoy hace un año, el 30 de diciembre de 2020 salí y continué con mi recuperación que incluyó múltiples sesiones de quimioterapia, y en mayo 2021, el implante de células madre, un proceso muy doloroso, y dos meses después, iniciamos el proceso de mantenimiento, que dura dos años.
“Hoy hace un año, el 30 de diciembre de 2020, salí de la clínica y continué con mi recuperación”.
Todo esto solo es posible de la mano de Dios, como me lo dijo el Padre Adolfo Vera, mi párroco actual; los médicos y la ciencia son instrumentos de los milagros de Dios, por eso no puedo hacer nada distinto a alabar y bendecir al Padre Misericordioso, que me levantó del abismo y que ahora me permite testimoniar ante el mundo que soy un milagro viviente; hoy, doy con fidelidad, testimonio del amor de Dios.
“Nosotros hacemos oración, Dios hace los milagros”.
Mi gratitud eterna a mi familia, divino tesoro, ellos hacen parte de este plan amoroso de Dios, tengo la certeza de su misericordia, creer en Dios, es también creer en su infinito amor y en su poder inagotable, es sentirme abrazado por su perdón y su cálida presencia en cada momento de mi vida. Los invito a que cuiden y luchen por sus familias como Dios quiere, recuerden que el Buen Dios, es una comunidad de amor, Padre, Hijo y Espíritu Santo, nosotros debemos trabajar por construir comunidades a la manera de Jesús, desde la familia; su apoyo permanente e incondicional me dieron fuerzas que me ayudaron a levantarme de la postración de esta terrible enfermedad.
“Es creer en su infinito amor y en su poder inagotable, es sentirme abrazado por su perdón y su cálida presencia en cada momento de mi vida”.
Gracias a las comunidades que han orado tanto por mí, a todos los fieles y servidores de las parroquias de Santos Timoteo y Tito, de Santa Beatriz, principalmente, a mis hermanos diáconos, a todos los sacerdotes que me han incluido en sus oraciones diarias, solamente puedo decirles, cuando se me agotan las palabras humanas, Dios les pague por todo el bien que me han hecho.
“Gracias a las comunidades que han orado tanto por mí”.
He retomado mi Ministerio Diaconal, tengo sed de Dios, tengo sed de ser útil en mi Iglesia, de ser útil en la sociedad. Una luz encendida no se puede esconder debajo del celemín, y Dios me ha dado este encargo de llevar la noticia de la inmensidad de su amor y su bondad. Tengo la certeza de que María Santísima ha intercedido por este humilde pecador. Nosotros hacemos oración, Dios hace los milagros.
Diácono Permanente Pablo Emilio Benavides