El sr. arzobispo nos acaba de enviar un mensaje invitándonos a aprovechar estos días para vivir las cercanías de las que nos habla en papa Francisco. Es una carta llena de esperanza, de gozo sacerdotal y con un tono que busca entusiasmarnos en el ejercicio de nuestro Ministerio. Sin embargo, y sin perder de vista lo que nos dice nuestro pastor, parece también que aún son muchas las lejanías que nos distancian como clero. Por esto, no me quiero guardar lo que consigno en la presente reflexión; lo hago con respeto, aprecio y algo de desazón.
Quiero manifestar mi triste desconcierto por la renuncia de nuestro querido Juan Álvaro, como vicario territorial del Padre Misericordioso, y su salida a un año sabático, según me comentaron. A Juan Álvaro personalmente lo he apreciado desde el seminario, y si bien no éramos ‘cercanos’, sí éramos mutuamente cordiales, conservando anécdotas personales. Lo que pasa es que, cuando un clérigo tan querido y valorado como él, -con cualidades episcopales reconocidas-, sale tan intempestivamente ante los ojos de los demás clérigos, uno no puede ni debe guardarse ese silencio ensordecedor que suele acompañar sucesos e in sucesos eclesiales, al que pareciéramos querer acostumbrarnos.
Sé que nadie habla de esto por respeto humano, y no faltará quien diga que esos asuntos no se deben tocar en un escrito como este, pero discúlpenme, esta es mi familia, y parece haber un control social tan fuerte entre el clero, que por eso nuestras reuniones muchas veces se caracterizan por estos silencios infértiles. Cuando suceden cosas como esta, todos los pensamientos quedan abiertos y, tristemente, a veces solo quedan pequeños diálogos restringidos a algunos corrillos sotto voce. Por favor, esto no debe reducirse a un escueto aviso de cancillería en que se anuncia el cambio de vicario episcopal.
Tal como lo pregunté en la reciente reunión de nuestra Comunidad Sacerdotal 09, ¿cómo es posible que personas de este talante estén viviendo procesos interiores -que con seguridad todos los vivimos- y a su vez pareciera que no está pasando nada? ¿Qué hubiera pasado si ya hubiese sido elegido obispo? ¿acaso somos tan ingenuos de creer que una mitra puede solucionar estos procesos? ¿pueden estas situaciones ser gestionadas más serena, cercana y fraternalmente? ¿Qué está pasando? ¿por qué este descuido de nosotros mismos y de los superiores? ¿Cómo proceder en estas situaciones si alguno nos abre su corazón para que lo escuchemos por algo similar? ¿estamos preparados?
Uno de los miembros de la Comunidad reunida respondió lacónica, pero certeramente: “pareciera que somos MUY DUROS UNOS CON LOS OTROS, y por esto nadie se atreve a abrir su corazón, porque no sabe cómo va a ser recibido”. Existe la soledad correctamente asumida, aquella padecida y el aislamiento ¿Qué es lo nuestro? Algo no está funcionando bien, y ese asunto tiene que ver con la ‘cercanía entre el clero, y con el obispo’. Eso no puede seguir siendo poesía.
Las ‘cercanías’ a las que somos llamados están corriendo el riesgo –como la ‘sinodalidad’, la ‘conversión’ y otros asuntos- de quedarse en los, -a veces insulsos- mensajes eclesiales, que, por falta de verdadero sabor a carne no tocan a nadie; y todo sigue igual, un año tras otro, y otro, por los siglos de los siglos… Hay que hacer algo por nosotros, con nosotros y en nosotros; este asunto no puede quedar en ‘a ver qué hace el arzobispo’, ni ‘a ver que se le ocurre a la comisión de formación permanente’. ¡Este asunto es mío, y suyo, y de todos nosotros, clérigos en Bogotá! (y en el resto del país, y de muchas diócesis extranjeras… ya lo sabemos).
Hay claras evidencias de que estamos en crisis, y si esto no se asume seria, sólida y fraternalmente, un clero así seguirá corriendo el riesgo de ser ‘una especie en vía de extinción’. ¿Qué queremos que vean los jóvenes en nosotros que los pueda atraer a ser sacerdotes si estas cosas no las sabemos afrontar? Ahí está la fuerza de la pastoral vocacional. El clero: una fraternidad de hermanos que sabe para dónde va y se sabe acompañar. ¿Cómo ven esta situación los pocos seminaristas que tenemos?
Hablamos de la importancia de la creatividad pastoral para atraer a los fieles a los espacios eclesiales después de la desbandada a causa de la pandemia; pero la comunión clerical tiene muchas deudas. Nadie es culpable; -¡nada de culpas!-; se trata de ‘deficiencias estructurales’ en los modos como somos formados, como aprendemos a relacionarnos, a trabajar en soledad o en equipo, la infiltración del ‘carrerismo’ del que habla Francisco, de formas de estratificación, del clericalismo como endiosamiento de nuestra misión eclesial, de la envidia y la falta de alegrarnos por los logros ajenos, etc., etc.; en fin, pareciera que llegó la hora de reinventarnos. Y no es esperando un documento pontificio transoceánico. NOSOTROS TENEMOS EL DEBER DE CREAR NUESTRO PROPIO PERFIL SACERDOTAL.
Gracias, sr. Arzobispo, por su carta, por su interés en nosotros, pero creo que, como ya lo debe saber -más que nosotros-, estas bondades de las cercanías necesitan de propuestas encarnadas, que corran mezcladas con nuestra sangre por las venas, y que pasen por la oración como experiencia mística. Más allá de las fórmulas litúrgicas y teológicas, necesitamos de nosotros mismos, jugándonoslas por nuestra vida, por el Ministerio que se nos ha confiado y por los hermanos que el Señor nos han regalado en este presbiterio.
Concluyo esta flexión presentando mis disculpas a cualquiera que se sienta incómodo por este escrito; a Juan Álvaro, por ser el nombre que aparece en este texto, (pero, tal vez, este sea un nuevo aporte de su parte, para acercarnos más), al señor arzobispo, por si cree que esto debió decirse de otro modo, -le reitero mi obediencia-, pero sé también que muchos se sentirán identificados con estas palabras. Hay veces que ciertas cosas no se pueden seguir llevando con esa diplomacia que no lo es. “Para que todos seamos Uno”.
NB: Sus comentarios, propuestas y puntos de vista nos enriquecerán a todos, por favor no se los guarde. Escríbanos a elcleroreflexiona@gmail.com
Víctor Ricardo Moreno Holguín, Pbro.
COMENTARIOS:
El P. Juan Álvaro recibió con gratitud el escrito.
Sr. arzobispo: P. Víctor, que el Espíritu Santo conduzca siempre la vida de la Iglesia, Pueblo de Dios.
P.RT.: Buenos días. Felicitaciones por tan excelente trabajo. Mi Dios te pague por el beneficio que nos haces con tus artículos. Un abrazo fraterno. Unidos en la oración. Diócesis Urbana de Soacha.
P. RVZ: Gracias mi querido Pbro. por esa certera reflexión. Algunos Señores Obispos deben entender que entre más se parezcan a Jesús de Nazaret, mejor le funciona el clero, pero príncipes medievales ya no queremos, el Papa nos ha hablado a todos, pero ciertos estilos de ser obispos y sacerdotes ya no funcionan para esta generación, muchos documentos bonitos, pero nuestra praxis está quedada.
P.C.: Gracias, padre. Leído hasta el final, incluida la carta del señor arzobispo, de la cual no tenía conocimiento. Saludos!
P. L.: Aplausos y reconocimiento al escrito.
P.JJLO: MUY REAL ,CIERTO Y VERDADERO LO QUE USTED DICE PADRE, NOS HEMOS DEDICADO A VIVIR CADA UNO DE ACUERDO LO QUE SIENTE Y PIENSA, Y SE HA PERDIDO LA FRATERNIDAD, LA HERMANDAD Y LA CARIDAD PARA CON LOS HERMANOS, PREDICAMOS FUERA PERO EN CASA SOMOS ANTI TESTIMONIO. SE PIERDEN LOS HERMANOS Y ANTES QUE AYUDAR Y REFLEXIONAR, JUZGAMOS Y CONDENAMOS, ¿SERÁ QUE NOS PARECEMOS A LOS ESCRIBAS Y FARISEOS..? UNIDOS EN ORACIÓN
P. G.: Muy buena invitación. Ahora ¡a hacerla real!
DP.JB: Buenas noches. Me uno a su sincera y muy conveniente reflexión, sobre lo que estamos viendo cada vez más en el clero: inmensa lejanía e indiferencia de lo que le sucede a los demás. Debo participarle que con ocasión de la enfermedad y fallecimiento de mi hermano sacerdote, como familia vivimos esa total falta de fraternidad y solidaridad con aquel que siempre estuvo dispuesto a colaborar con la Iglesia arquidiocesana de Bogotá. Corresponde destacar la presencia, cariño y afecto, desde mucho antes de la enfermedad, y muchísimo más en su lecho de enfermo en la clínica, del P. Freddy Galvis, párroco de San Ignacio de Loyola, hombre por demás muy joven pero con mucha cercanía y solidaridad con su hermano presbítero ya anciano. A quien le reconocemos su paternidad y cercanía, antes de, en su enfermedad y ahora con nosotros familiares en duelo aún por su ausencia física.
GM: Muy bueno este artículo. Hay un problema por donde hemos pasado muchos: la supuesta madurez, la crítica, y eso es muy hp…
P.L.: Buenas tardes, Víctor, gracias por compartirme esta reflexión, muy cierto, muy interesante. Dios lo bendiga.
DP.A: ¡Qué bien!
DP.C: Gracias, padre, es un gran desafío.
H.E.: ¡Gracias!
Y más…
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