No, no es un pleonasmo, es que lo que más se destacaba, lo que más se veía era ese esperpento de imitación de trono como si fuera lo importante en el lugar aún más que la mesa o altar de la Eucaristía. Fue una experiencia no fácil de asimilar. Era la celebración solemne “In Coena Domini” y desde el principio se sentía y se veía algo que no estaba ni en su lugar ni en su momento.
¿Por qué y para qué esa guardia militar en la nave central de la Catedral? ¿Sería en memoria de la invasión a Ucrania o para subrayar la ausencia de las autoridades civiles? Y ¿qué opinar sobre ese coro infantil más propio para una celebración de primeras comuniones en la parroquia que para las solemnidades del Triduo Pascual en la Catedral? Brilló por su ausencia (o ¿su inexistencia?) la Schola Cantorum del Seminario Conciliar.
El Señor Arzobispo está en ese, ya lo indiqué, esperpento de trono. ¿A quién se le ocurrió la idea de tomar lo que era solamente parte de un mobiliario completo, el coro de los canónigos de la Catedral y convertir esa parte en una especie de trono descontextualizado que no coordina con nada y sobresale exageradamente sobre la misma mesa del Altar dejando a éste en segundo lugar? ¿Era necesario elevar el piso del presbiterio para hacer más visible el desacierto estético, arquitectónico y litúrgico? “Evítese toda apariencia de trono” lo prescribe La Ordenación General del Misal Romano, #310.
Y aquí no terminan mis penas porque llegado el momento del Lavatorio, cuando debiera haber resonado el “Mandatum Novum Do Vobis”, he quedado viendo un saludo ‘pandémico’ de puño contra puño y luego le entrega de trozos de pan que no se supo para qué ni por qué ya que, se supone, los implicados van a comulgar. Entonces ¿qué hacer con esos pedazos de pan? ¿Dejarlos en las sillas, llevarlos al bolsillo o salir a la plaza para alimentar a las palomas?
Cuánto se echa de menos no solamente un maestro de ceremonias sino también quien soluciones problemas estéticos, arquitectónicos y litúrgicos. Ojalá que la celebración de los doscientos años de la Catedral sirva para enmendar los muchos errores que han venido deteriorándola.
Jorge A. Martínez-Espinosa. Pbro.
Mesa, Arizona
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