Un mundo rico y una economía vibrante pueden y deben acabar con la pobreza. Se pueden generar y estimular dinámicas capaces de incluir, alimentar, curar y vestir a los últimos de la sociedad en vez de excluirlos. Debemos elegir qué y a quién priorizar: si propiciamos mecanismos socioeconómicos humanizantes para toda la sociedad o, por el contrario, fomentamos un sistema que termina por justificar determinadas prácticas que lo único que logran es aumentar el nivel de injusticia y de violencia social. (Francisco 5 de febrero de 2020.)
Durante el año 2021 las protestas en el país condujeron a cerrar las vías de acceso a grandes ciudades y municipios, no sólo generaron un tiempo de incertidumbre y escasez de alimentos, sino el peligro de un desabastecimiento de insumos en salud, elementos de primera necesidad, lo cual provocó una calamidad social muy cruel; ¡claro que es necesario la protesta! ¡claro que deben ser escuchados! sus rostros del trabajo y de la lucha por llevar adelante el progreso y bienestar de nuestro país, lo reconocemos hoy más que nunca, pero esto también deja víctimas altas como las del mismo coronavirus, pacientes renales vienen por su diálisis y no pueden, cirugías se postergan y tratamientos de quimioterapia que no dan espera, él envió de tanques de oxígeno de una ciudad a la otra y entre otras muchas situaciones agudizaron una nueva pandemia que no dio espera.
Estamos en una encrucijada vital, en este cruce de caminos perdemos todos, aquí ante estas situaciones no vamos a tener ganadores, pierde el país, pierde el cristiano de a pie, pierde el tendero, el pequeño comerciante, el que invirtió todo su capital para empezar su negocio, pierde el transporte público, mayor retraso, lo cual hará que el mundo no sólo se haya estancado por casi dos años, sino que esto multiplicado en lo que debiera ser inversión puede llegar a costar el retraso de 10 años y yéndonos bien, pierde esta sociedad consumista que ha multiplicado y creado nuevas necesidades que si bien no son vitales se han vuelto necesarias e imprescindibles.
Ante este panorama, ¿cómo podrán hacer candidaturas los nuevos líderes de nuestro país?, será con la vieja frase de que pavimentarán los ríos, en una airosa ironía que pasa a ser cierta cuando las inversiones se han desviado, la búsqueda del sostenimiento de la vida y el beneficio, sin lugar a duda aunque vamos en el mismo barco, vamos en diferente clase, es la hora de la ayuda mutua, apelar a una solidaridad que nace desde una fragilidad evidente de situaciones que conmueven y que interpelan, ya que en pleno siglo de plataformas y bases estadísticas que intervienen fácilmente para recaudar impuestos, de igual manera sean ágiles para descubrir la pobreza y el hambre, combatiéndola y dando respuestas veraz, empática y cooperativa, porque las soluciones han de ser globales e inmediatas.
Las soluciones han de ser internacionalmente apelando a los colectivos, que promueven la liberación de fondos concretos para solucionar el hambre, no olvidar a los adultos mayores y enfermos que vienen sufriendo la marginación, evitar todo autoritarismo que agrava las desigualdades, despolitizar la economía, el resultado y salida será posible con lo que se construya desde ya, se han de impulsar planes, el coronavirus ha sido el detonante de todos los problemas, no decir que esto es nuevo, todo venía ya en cocina, atender los colectivos vulnerables, la verdad sea dicha, pero en esta crisis debemos mandarnos la mano al bolsillo todos, no para apretujar los billetes y acumularlos, sino más bien para ayudarnos.
Evitar el famoso sálvese quien pueda, es una crisis, es hora de definir la ruta, todos necesitamos del cuidado, esta crisis rompe la normalidad, es la hora de trabajar en pro de un mejor mundo, porque hasta la naturaleza reclama algo mejor, la tristeza y temor, cada que en nuestra capital se sale de control una protesta se evidencia el temor de los niños, son la prueba de que algo no está funcionando bien, y sin lugar a duda es nuestro obrar el que es inaceptable cuando nos herimos, insultamos, agredimos, desalojamos, adueñándose de lo que no es nuestro.
No se puede negar que estamos ya viviendo un tiempo que no es normal, que las cosas ya se han salido de control, que los más de dos meses de paro provocaron un efecto social en el que se están alimentando fuerzas oscuras y mal intencionadas que pretenden generar un caos que va terminar mal, mientras no se propicien espacios para la concertación, mientras la euforia colectiva seduce a tantos, no vamos a tener un buen presente y futuro, debemos abocar a la historia Universal, a un cristianismo que ha logrado permanecer por más de dos mil años, acudir a la sabiduría de nuestros mayores, valorar el actuar de muchas instituciones que en medio de la pandemia siguen ayudando al migrante, al enfermo, al desplazado, a la madre cabeza de hogar, a los niños huérfanos, a los desempleados, debemos rescatar los signos visibles de la misericordia y fraternidad. Además, esto ha de concientizar a todos los gremios y partidos políticos, esta tarea es de todos, aquí todos ponemos de nuestra parte y lograremos salir de este momento histórico.
P. Wilsson Ávila
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