Las inéditas visitas de clérigos para encontrarse con un hermano privado de la libertad, se convierten en una verdadera escuela de fraternidad, en una experiencia interior de mirada misericordiosa y en una oportunidad para descubrir que el Evangelio que predicamos no es poesía… Al menos, gracias a la virtualidad, con un solo ‘click’, hemos podido ingresar a estos encuentros que se convierten en prueba de fuego para algunos corazones.
Son un momento de crecimiento en espiritualidad, pues saber cómo es la vida de un sacerdote en prisión, a qué dedica su tiempo, cuál es el impacto de su experiencia de oración, cuál es el valor del tiempo dedicado al estudio, cómo es el recuerdo e interés que tiene por cada uno de los que le saludamos, cómo es el surgimiento de sus nuevas amistades, e incluso, cómo emerge y se ejercita un apostolado en medio de esas circunstancias, no dejan de ser oportunidades en las que el Señor Jesús (que también estuvo en la cárcel) nos abre los ojos a la autenticidad del Evangelio.
Surge una meditación en estos casos: ¿Y si fuera yo el encarcelado? ¿Qué esperaría de mis hermanos sacerdotes? Las actuales circunstancias nos lo revelan: ya sabemos quiénes nos llaman a saludarnos, quiénes nos pueden sorprender y quienes no. Durante este último año y medio de pandemia, han enfermado y fallecido varios sacerdotes ¿Qué medios nos han comunicado sobre su salud o solo recibimos un mensaje exequial de la secretaria de la cancillería (ahora con foto)? ¿Qué pasó con el entusiasmo inicial de las comunidades de vida sacerdotal? ¿Qué tan profundos y fraternos han sido esos encuentros? ¿De qué manera se han manifestado los hermanos de comunidad de quienes están en dificultades?
Parece que faltan espacios de encuentro fraterno, e incluso espacios para dialogar sobre diferentes temas, discutir y disentir, para ventilarnos también. Por tanto, o los abres tú mismo o no va a pasar nada… Buscamos dar pasos en este sentido, aunque tímidos pero válidos, y esta experiencia de visitar virtualmente a un hermano privado de la libertad es un buen ejercicio. Vienen más propuestas…
Puedes sentarte a leer este texto con tranquilidad, mientras te tomas una bebida caliente y te comes algo delicioso; puedes ir a visitar a tus seres queridos o te pueden visitar, estás haciendo una vida ‘normal’. Pareciera que en nuestra vida todo estuviera asegurado, miramos al futuro casi como un derecho a que sea como lo imaginamos, pero las circunstancias pueden cambiar repentinamente… Quienes están privados de la libertad se convierten en motivo de reflexión.
En este momento existe una ecuación tan simple como peligrosa: al individualismo cultural en el que estamos inmersos sin darnos cuenta, corremos el riesgo de sumarle el distanciamiento social generado por la pandemia, más la rigidez institucional, y cuando el hermano cae, internamente agregaríamos la tentación de ocultarnos (“yo no te conozco”). Para contrarrestar esta funesta sumatoria, aparece el Evangelio: “sean misericordiosos”, porque de otro modo, la suma podría elevarse a la potencia de la capacidad de juicio que hay en cada uno. El resultado será trágico.
La comunidad sacerdotal se fragmenta; lo que llamamos fraternidad sacerdotal ha de evitar ser un simple discurso para los documentos, un saludo a la bandera: reclama acciones concretas. Agradecemos a quienes están colaborando regularmente con aportes económicos para enviarles pequeñas ayudas a nuestros hermanos, como signo de unidad. Escribe a elcleroreflexiona@gmail.com o whatsapp 3144203568, y te diremos cómo ayudar. Estamos planeando experiencias amenas, serias y ricas de fraternidad. ¿Quieres unirte a estas iniciativas?
Si ya estás desarrollando un camino fraterno, sólido y enriquecedor con otros hermanos sacerdotes, compártelo, háznoslo saber y lo difundimos por este medio, con la esperanza de entusiasmarnos, pues el bien de unos está llamado a ser bien para todos.
Abrazo desde el hondón del alma.
Víctor Ricardo Moreno Holguín, Pbro.
El Clero Reflexiona
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