Todos estamos agobiados por el peso de nuestro errores, desaciertos y pecados… Nuestra mente nos trae continuamente a la memoria nuestras deudas, y lo peor que solemos disgustarnos todavía más con los errores de los demás. Cae la noche, y nos sorprende en nuestro enojo el conflicto que tenemos con los demás. No los perdonamos… y nos cuesta sentirnos perdonados…
Perdonar siete veces, perdonar setenta veces siete, perdonar en plenitud ¿en que consiste eso que hemos intentado una y otra vez? ¿Se trata simplemente de un giro mental en el cual hacemos ojos ciegos a la ofensa recibida? Tal vez no, porque la memoria trae con el tiempo esas ofensas…. Y volvemos a empezar. Entonces, tal vez se trate de hacer un ejercicio continuo: ver nuestra existencia como una cascada amorosa que fluye; y así, cada pedrada que nos lanzan como ofensa, como deuda, simplemente atravesará la cascada, pero nuestra existencia sigue fluyendo amorosamente como una cascada. La pedrada simplemente continuó sin afectarnos…
Este es el momento, antes del descanso nocturno, antes de ir con enojo a nuestro lecho; es el momento de ‘dejar pasar’, como la piedra que atraviesa la cascada, sin interrumpir su flujo vital y amoroso: dejar pasar. Esa será nuestra definición del perdón, como experiencia espiritual,
SALMOS Espiritualidad Integral
Impactos: 255