“Históricamente, sabemos que el celibato nunca ha sido un éxito y tenemos que reconocerlo. Hemos de tener la humildad de reconocer que nos equivocamos y de que no podemos vivir en la hipocresía”. Sebastián Cózar, presidente de la Federación Latinoamericana de Sacerdotes Casados, ha lanzado una campaña para pedir al Sínodo que permita participar a una delegación de curas casados.
El celibato opcional, una de las cuestiones que se debatirán en la Asamblea, es uno de los puntos de mayor fricción (tal vez porque, por primera vez, parece posible) entre algunos sectores.
-Estamos con Sebastián Cózar. Bienvenido. ¿Español residente en Chile, o chileno nacido en España?
-Ya llevo 47 años en Chile. Soy español, nacido en provincia de Málaga y tengo 78 años. Estoy casado, tengo tres hijos, tres nietos, y vivo en San Carlos de Chile.
-En San Carlos de Chile y es padre, abuelo… y sacerdote. Porque es presidente de la Federación Latinoamericana de Sacerdotes Casados.
-Efectivamente.
-¿Qué es la Federación de Sacerdotes Casados y qué relevancia tiene en América Latina este fenómeno?
-La Federación de Sacerdotes Casados fue fundada hace como 30 años con monseñor Jerónimo Podestá, un obispo argentino también secularizado, y la finalidad era aunarnos, compartir juntos y tratar de buscar soluciones a nuestra situación como sacerdotes casados dentro de la Iglesia. Y también, solicitar, conversar sobre la posibilidad en la Iglesia del celibato opcional.
-Una posibilidad que siempre ha estado cerrada, al menos en la Iglesia de rito latino, pero que ahora, con Francisco, parece que cualquier tema está abierto o puede ser posible. ¿Cómo observáis este hecho?
-Que es un tema muy complejo dentro de la Iglesia, pero no para toda la Iglesia. El pueblo de Dios, en general, acepta que el sacerdote viva en familia. Estoy hablando desde la perspectiva de América Latina. Lo que pasa es que el pueblo de Dios, que también son los obispos y cardenales, etcétera, tiene todavía un rechazo a abrir la posibilidad de que el celibato sea opcional.
Por una parte, vemos que si bien la mayoría del pueblo de Dios, los cristianos, las comunidades donde vivimos nos aceptan y nos acogen, la jerarquía, en general, muestra una falta de coraje y de valentía para enfrentar esta realidad. Porque sabe que es duro, que es dolor, y a veces da la imagen de que quiere estar en esa situación cómoda de no enfrentamiento y de dejar las cosas pasar.
-Pero ¿por qué se toma esa postura? Porque no es que seáis precisamente unos exaltados. Ni que haya, por otro lado y aunque sea por utilidad, un exceso de sacerdotes en la Iglesia.
-Yo creo que tienen miedo a los cambios; a lo que tienen que enfrentarse. Porque apenas hay jerarquía que no quiere cambios, pero sí hay una gran mayoría, (hablo de Latinoamérica) que acepta que la Iglesia se tiene que renovar, y eso significa que tiene que aceptar a los sacerdotes casados. Como me decía el secretario general del Celam, es necesario que participen más obispos, que haya más fuerza para que haya un cambio.
-El pueblo de Dios es mayoría, pero las decisiones se siguen tomando en la jerarquía. ¿Qué pedís a lglesia?
-Lo que pedimos, en estos momentos, es que se tenga en consideración la función de los sacerdotes casados dentro de la Iglesia. Nosotros, los sacerdotes casados, hemos sido llamados por el Señor. Como dijo Él: “Vosotros no me elegisteis, yo os elegí a vosotros”. Y más aún; como dice San Pablo, está la misión de evangelizar, de participar en la evangelización de la Iglesia.
Lo que pedimos, realmente, es que la Iglesia nos acepte para servir ‘dentro’ de la Iglesia en la evangelización. Y, también, que el celibato sea opcional; un enriquecimiento, no cabe duda, para la Iglesia.
Históricamente, sabemos que el celibato nunca ha sido un éxito y tenemos que reconocerlo. Hemos de tener la humildad de reconocer que nos equivocamos y de que no podemos vivir en la hipocresía.
-El celibato, históricamente también, ha sido más un instrumento de poder que un instrumento del propio Jesús. De hecho, yo creo que bastantes, si no todos los discípulos de Jesús, estaban casados. Al menos, de Pedro sabemos que tenía una suegra. Además, la unión con el Imperio Romano fomentó que la institución quisiera que sus responsables no estuvieran casados y no tuvieran hijos para no tener que repartir las herencias.
-Pero yo creo que hoy, todos sabemos que la celebración de misas, y toda esa cuestión, se creó como un medio para que el sacerdote tuviera unos recursos económicos. Creo que los sacerdotes, como dice San Pablo, tenemos que trabajar y ganarnos la vida como cualquier vecino y que cualquiera puede ser elegido, dentro de la comunidad, como sacerdote. Que puede ser agricultor, carpintero, ingeniero…, lo que sea.
Pero lo que sí es cierto es que no tenemos que dudar de que el sacerdote casado es algo positivo y enriquecedor para la Iglesia. Nosotros estamos llamados a servir a la comunidad. El evangelio es lo que nos preocupa.
Me decía un obispo, allá en Chile: “no vayáis a pedir que queréis celebrar misa”. Y yo le dije: “mire, eso es lo que menos nos importa. Porque lo que nos interesa, lo que queremos, es evangelizar.
-En octubre arranca la fase mundial del Sínodo. Este sínodo que está dando tantas esperanzas y también tantos miedos. Ustedes han planteado al CELAM que quieren participar en esta fase como Federación de Curas Casados. ¿Qué respuestas hay, qué perspectivas?
-Lo importante es que ya, por lo menos en América del Sur, tuvimos una participación en el Sínodo Continental. Hace poco que estuve allá como sacerdote casado. Me recibieron y me acogió la Conferencia Episcopal Latinoamericana. La presencialidad, como decían algunos, ya es importante. Que hayan recibido a un sacerdote casado que es abuelo. Esa acogida es un comienzo; muy poco, pero se va abriendo el abanico y puedo decir que al final de los encuentro se habló mucho la necesidad de los sacerdotes casados en la Iglesia. También de las mujeres, que se planteó muy bien y es lo que queremos.
El hecho de participar en el Sínodo Continental de Brasilia es importante. Había como 200 personas y fui muy bien acogido y escuchado. Hablamos de los sacerdotes casados, su problemática y su situación. Y viendo la experiencia del Sínodo Continental de Brasilia, también nos gustaría participar del Sínodo de octubre que vamos a tener en Roma, si Dios quiere. De hecho, escribí al cardenal Mario Grech, secretario general del Sínodo. Me contestaron que eso lo deciden las conferencias episcopales de cada país, y ahí vimos que era complicado. Monseñor Lozano, que es el secretario general del Celam, decía que es una decisión bastante compleja porque de Latinoamérica solamente pueden ir 20 representantes, que hay mucho deseo de participar, y todo eso… Entonces, estamos ahí.
-Supongo que el Papa puede elegir, también, a un número determinado de asistentes.
-Sí. De hecho, le hemos escrito como una opción, porque vemos difícil que nos acepten. Porque nosotros también somos muchos.
-¿Cuántos son?
-En América Latina, más de 30.000
-Un número nada despreciable.
-Sí. Fíjate que solo Brasil tiene como 6.000 sacerdotes casados. Nosotros somos una realidad silenciosa dentro de la Iglesia. Una realidad que debe de solucionarse, y necesitamos que nos escuchen porque es un camino muy bueno para la Iglesia que seamos evangelizadores. Y eso requiere que nos escuchen, que haya un diálogo con caridad, con fraternidad, con generosidad y con ternura, diría yo. Sin tapar nada.
La historia nos ha mostrado que hemos cometido muchos errores y eso lo tenemos que superar. Y para superarlo tenemos que hablar y buscar caminos de solución. Caminos que son posibles, pero falta voluntad. Y lo que queremos es voluntad de cambios; porque en un sínodo se pueden decir muchas cosas, se pueden escribir…, pero si no las ponemos en la práctica, no nos sirve para nada. Tenemos que ir hacia lo que realmente necesita la Iglesia para este momento, y el papel de los sacerdotes casados es fundamental.
-Pues por mucha suerte en ese desafío, Sebastián. Tengo una última pregunta, además, de índole personal. Usted tiene una mujer, tres hijos y tres nietos. ¿Qué piensan ellos de todo esto? Los nietos, probablemente nada, pero ¿qué piensan sus hijos?
-Mis hijos están muy orgullosos; contentos de que yo haya sido sacerdote. Nos queremos muchísimo. Nos llamamos permanentemente. Es como como una vez, en un encuentro en Brasil, donde recuerdo que se hablaba de qué pensaban los hijos, de lo que tú dices. Y una niña dijo: “mi papá, como es sacerdote siempre nos comprende más” (ríe) Y eso es verdad. En el mundo en el que yo trabajaba, del comercio, los vendedores, mucha gente, siempre me han respetado y hasta me han pedido consejo, porque todo el mundo sabe cuál es mi vida. Yo comprendo que como religiosos somos queridos, somos respetados; nos consideran muy bien. Yo me siento muy a gusto.
-¿Y a su mujer le hace gracia?
-Sí, muy bien. Con mucha paciencia, porque ella dice que no estamos preparados para vivir la realidad. Que el nuestro es otro mundo, y es verdad. Cuando somos sacerdotes, vivimos otro mundo, otra realidad. Y cuando tenemos que compartir la vida con otra persona, tenemos que adaptarnos porque no estamos formados para eso. Yo doy gracias a mi mujer porque ha tenido ese cariño, esa paciencia de ayudarnos a compartir la realidad de la vida.
-Sebastián Cózar, presidente de la Federación Latinoamericana de Sacerdotes Casados, muchas gracias, mucha suerte, y esperamos que puedas ir y que nos lo cuentes. ¿Vale?
-Si es así, seguro que estaré por aquí.
-Y si no, también nos lo contarás. Muchísimas gracias
JESUS BASTANTE – RELIGIÓN DIGITAL / 2023-06-25
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