¿Vale la pena elevar el grito al cielo por el desalojo de los servicios católicos en la capilla del aeropuerto El Dorado? ¿Las directivas de OPAIN (administradora del Aeropuerto El Dorado – concesión de la Aeronáutica Civil), sabrán algo de espiritualidad? ¿La Secretaría de Gobierno de Bogotá, -es decir la alcaldesa-, comprenderá el sentido de respeto a los cultos? Estas y muchas más preguntas fluyen con una cascada de emociones en corazones colombianos por estos días.
El punto a discutir no es siquiera, la mal enarbolada bandera de la ‘libertad de cultos’ (que, izada por mercaderes del transporte y políticos, genera hilaridad). En esta Nación, -que no es laica, porque su Constitución invoca la protección de Dios- ya existe tal libertad de cultos, ampliamente promovida por el catolicismo y compartida con otros credos en semanas de encuentros ecuménicos, diálogo y trabajo interreligioso, comités por la paz, etc.
Vale la pena poner sobre la mesa, -más ahora-, la pregunta por si los responsables de generar este desalojo están en capacidad de escuchar a quienes sí saben de libertad de cultos y de respeto interreligioso: los líderes de dichos cultos. Si lo supieran, no hubiesen actuado así; fue una decisión de burócratas. Entrado el siglo XXI, los líderes religiosos han demostrado suficiente respeto, apoyo y colaboración interreligiosa en bien de la sociedad. En Colombia se respira un ambiente interreligioso bastante armónico.
¿Y qué tal esta perla?: ‘para tener un lugar neutro para todas las religiones’. Este disparate solo se escribe con ignorancia crasa. ¡Ninguna religión es neutral! Por el contrario, las grandes Tradiciones ya optaron por permitir que el Soplo del Espíritu, YHWH, el Dharma, Budha, Atman, Jesucristo, Alá, y todos los demás Nombres que señalan hacia Lo Inefable, sea quien guie sus existencias, para que los mercaderes de la cultura no se impongan sobre sus conciencias.
A esta ignorancia se suma aquella destemplada predicación: ‘la religión es un asunto privado’; ¡eso es no saber sobre lo que se habla! Pues, ante la fragmentación que experimentan muchos, -precisamente en un aeropuerto-, la dimensión espiritual es la única que logra dar la unidad. La dimensión espiritual no es un compartimento de la vida: unifica a la persona, la mantiene unida a los demás, la invita al cuidado ecológico de la tierra, descubriéndole abrazada por Aquel que es Padre de todos.
Quien camina en serio por las sendas de la espiritualidad no se ofende con los símbolos, ritos y manifestaciones tradicionales de un pueblo. En diversas partes del mundo devotos de cultos y tradiciones espirituales han podido entrar a capillas católicas, -como en Bogotá ya lo han hecho-, sin sentirse ofendidos u ofender. Todos agradecidos en el silencio orante que allí se respira.
Y por lo mismo, si en este momento una acción de mercadeo, política o de cualquier índole, determinara el despojo de una mezquita en Bogotá, no dudaría en ser uno de los primeros en levantar mi voz en contra del atropello a mis hermanos musulmanes. O si socialmente, se ofendiese un Templo Budista desconociendo su fuerza espiritual, no dudaría en sentarme a meditar fraternalmente con ellos, para rechazar tal atropello. Y así, con los demás lugares de culto. Porque los templos son símbolos de la comunión de los templos humanos.
¿Acaso un puñado de personas buscan desatar persecuciones religiosas o enfrentamiento entre credos, movidos por el ‘divide y reinarás’? ¿Tendremos necesidad de demostrar que, con la fortaleza del abrazo interreligioso, podemos sentar un precedente en contra de este tipo de atropellos? Las religiones han aprendido a unirse allí donde los regímenes quieren manipular las conciencias. De eso ya conocemos, y no nos dejaremos dividir.
Eso sí: es cierto que se necesitan lugares para que todos aquellos que buscan un espacio sagrado de encuentro con la Divinidad o con su propia interioridad, lo tengan en diversidad de lugares, pero nunca en detrimento de quienes ya tenían un lugar. Necesitamos oratorios en terminales de transporte, centros educativos, espacios culturales, etc., Solo el hombre es culto cuando vive desde el Espíritu.
Para concluir, en estos casos es fundamental no ‘sentirse’ perseguidos, -aunque exista tal persecución y sea manifiesta-. Los que se ‘sienten’ perseguidos quedan sometidos, y los cristianos, como las grandes Tradiciones espirituales, no nos sometemos a ningún tipo de ideología, de régimen o imposiciones, que solo buscan hacer daño. ¡Nada de declararse perseguidos! Aquí hay una inmensa comunidad, que al igual que Jesucristo, sabe enfrentar cualquier tempestad.
Y… como dicen las mamás a sus hijos inquietos: ‘…lo que está quieto… se deja quieto…’
Víctor Ricardo Moreno Holguín, Pbro.
Arquidiócesis de Bogotá
De su interés: http://elclero.co/memoria-noticias/apoyo-a-catolicos-por-parte-de-otras-religiones-capilla-del-aeropuerto/
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