Juzgamos a los demás cuando no tenemos misericordia de nosotros mismos. Antes de que mi dedo señale los yerros de mi prójimo, ya mi corazón ha sido juzgado por mi falta de amor. Nuestra misión en el mundo no es señalar el barro en los pies ajenos, tal vez sea mejor ayudarnos mutuamente a liberarnos del oscuro barro de nuestros juicios…
Hoy en esta meditación, resuenan en mi corazón las palabras del Señor por medio del profeta:
«Cuando alejes de ti la opresión,
el dedo acusador y la calumnia,
cuando ofrezcas al hambriento de lo tuyo
y sacies al alma afligida,
brillará tu luz en las tinieblas,
tu oscuridad como el mediodía”.
Entonces experimento la vergüenza de haber señalado a mi hermano… y mi juicio ha puesto en evidencia el poco amor que me tengo a mí mismo… Jesús no vino a juzgar y yo sí me creo con derecho a hacerlo… ¡qué vergüenza!
La luz brilla en un corazón que sentado en meditación e inclinado en oración abandona todo juicio…
Esa luz da un poder maravilloso: servir a aquel que ha errado, hacerme uno con él para ayudarnos mutuamente a salir del barro, hace brillar mi luz interior… ya no hay tinieblas… y todo se vuelve mediodía en esta cuaresma de experiencias espirituales…
¡VAMOS! EN ESTA CUARESMA, RETORNA A LO QUE ERES EN VERDAD…
SALMOS – Espiritualidad Integral
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