La pregunta puede enunciarse de diferentes formas pero a la larga es lo mismo: La preocupación por la esencia del cambio social en todo sentido, que ha trastocado todo aquello en lo que nos sentíamos seguros y estables.
Está claro que el mundo moderno quedó en el pasado, que ha sido superado por las nuevas dinámicas sociales. El modernismo acabó con la hegemonía de la religión, de la fe, de la cristiandad y de todas las formas estériles de escolasticismo y abrió paso al positivismo de la razón, de la ciencia, y la lógica. Pero también, todo aquello quedó atrás, pues hoy se cuestiona y se pone en entre dicho a la misma ciencia, a la escolaridad, a la universidad y al sistema occidental por sí mismo, con el empuje y desarrollo de la tecnología a gran escala de forma soberbia y gigantesca, que impactó las mentes y las conciencias de niños y grandes, de modo tal, que se creó otro mundo que aún no termina de configurarse. Nadie sabe cómo será a futuro lo que realmente resulte.
Lo que sí sabemos es que el mundo al que llamamos contemporáneo o postmoderno vive impertérrito de cara a sus nuevas formas de vida. Ya no importa para estos nuevos fenómenos sociales, ni el platonismo, ni el aristotelismo, ni el tomismo, ni el kantianismo, ni el cartesianismo, ni el hegelianismo, ni mucho menos el marxismo. En otras palabras, al mundo ya no le importan ni las esencias, ni las sustancias, ni las realidades, ni la metafísica, ni los fundacionalismos. Y por eso debemos preguntarnos, si ¿se puede evangelizar en un mundo así? O ¿se puede evangelizar a este mundo escéptico donde no caben los dogmatismos? ¿Qué tanto impacto tendrá la evangelización en un contexto así?
Nuestros presupuestos bíblicos, teológicos, pastorales, intelectuales, doctrinales e institucionales, ¿alcanzan para Evangelizar a este mundo? Sabemos muy bien, que Evangelizar no es lo mismo que prestar servicios religiosos o incentivar la religiosidad popular, hoy también, menguada en gran medida.
¿Podremos subsistir en el pluralismo? ¿Será suficiente este entorno para sostener nuestras actuales estructuras? Pues hoy, se pregona al pluralismo como una forma de vida que otorga primacía a lo social por encima de lo natural. Esto implica la afirmación de toda autoridad humana como único medio de transformación social por encima de todo fetichismo o poder supremo.
El mundo es cada día más pragmático y sólo le importa instrumentalizar las ideas a su favor. Las redes sociales le abren el camino de manera muy eficaz. La verdad es que no estábamos preparados para vivir estas “contingencias sociales”. Habría que preguntar también por el carácter, la fuerza y la perseverancia del evangelizador, en las actuales circunstancias sociales presentes y futuras. ¡La vida nos cambió!
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