Si tu religión te hace protagonista, abandónala; si tu religión te permite ensalzarte, huye de ella; si tu religión te separa de los demás, tírala con determinación. Un auténtico ser humano religioso no asume una religión que sigue creando estratos sociales, políticos o religiosos. Una religión que crea castas es una ideología y no un camino que nos re-liga, con Dios, con la humanidad, con el universo.
Tal vez a eso se refiere el Maestro cuando critica las manifestaciones de los fariseos y saduceos que creen que la religión de estrato es la religión auténtica; que creen que la religión es para diferenciarnos; que viven la religión como una obra de teatro, con aplausos internos o externos, beneficios individuales presentes o futuros. Solo una religión que nos hace hermanos muestra su rostro de autenticidad; una religión que reserva la paternidad a Aquel que busca hacer de nosotros una familia, sin humanas jerarquías, es una religión que nos une.
La humildad es el retorno a lo que somos: uno con Dios, con los demás y con la creación; esa es nuestra re-ligión; una religión que nos enaltece solo cuando nos une, una religión que se hace unidad en continua experiencia espiritual.
SALMOS Espiritualidad Integral
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