Celibato es el estado del soltero o sea del célibe (en latín caelebs, caelibis). El término tiene un sentido de compromiso, de opción de vida. La opción por el celibato puede ser religiosa, como se presenta entre los sacerdotes y monjas católicos, los monjes budistas y otras religiones; filosófica, como la opción de Platón por el estado celibatal; social, como se presenta en quienes optan por dicho estado como opción personal. Lo común es que el estado celibatal sea voluntario, pero también puede ser inducido o forzado, como fue en el caso de los esclavos.
Evolución histórica del celibato en la Iglesia
No hay nada que indique que la Iglesia católica vaya a revisar la norma a corto plazo, pero el propio papa Francisco ya lo afirmó: el celibato clerical, o sea, el voto que obliga a los sacerdotes a permanecer castos no es un dogma de fe, sino un reglamento de la Iglesia.
En la iglesia primitiva sin embargo no existía la prescripción del celibato para el sacerdocio. Tanto es así que en la imagen de obispo que encontramos como ya mencionamos se le aconseja a solo ser esposo de una sola mujer y amarla como Jesús amó a la iglesia y se entregó por ella según su epístola a los Efesios 5:25.
En la iglesia patrística, los padres de la iglesia se opusieron con fuerza contra toda forma de pensamiento que condenara al matrimonio. Esta, era una tendencia dualista y rigorista ya estaba presente en la iglesia de Éfeso, donde se hace referencia a algunos que “prohíbe el matrimonio” según Timoteo 4:3. Alrededor de los siglos III y IV, sin embargo, ya existían movimientos dentro del catolicismo proponiendo que los religiosos practicasen el celibato.
Y la Iglesia tuvo varias idas y venidas en cuanto al tema, e incluso regiones diferentes adoptaron prácticas diferentes, ya que era una época de comunicación precaria. La preocupación con el celibato empezó a cobrar fuerza a partir del siglo XI. Papas como León IX y Gregorio VII temían por la “degradación moral” del clero, que era mucha en ese tiempo. De modo que el celibato acabaría instituido en los dos concilios de Letrán, el primero, en 1123, el segundo en 1139. El celibato también fue defendido en otro concilio de Letrán (en 1215), y en el Concilio de Trento (entre 1545 y 1563).
Benedicto XVI: “Con el voto de castidad, los sacerdotes, religiosos y religiosas (…) prometen solemnemente poner las relaciones intensas de las cuales son capaces al servicio del Reino de Dios”
En el siglo XX el tema volvió a resurgir con el papa Pío XII, que defendió el celibato en la encíclica Sacra Virginitas. Y en el segundo Concilio Vaticano, en 1965, el papa Pablo VI también divulgó un documento, De Sacerdotio Ministeriali, abordando el asunto. Más de siete mil brasileños solicitaron a la Iglesia que les exima del sacramento de la Orden para poder casarse.
En una carta de 1979, el papa Juan Pablo II afirmó: “Fruto del equívoco -si no de mala fe- es la opinión, con frecuencia difundida, de que el celibato sacerdotal en la Iglesia católica es sólo una institución impuesta por ley a aquellos que reciben el sacramento de la Orden. Todos sabemos que no es así”. “Todo sacerdote que reciba el sacramento de la Orden se compromete al celibato con plena conciencia y libertad, después de la preparación de varios años, profunda reflexión y asidua oración”, escribió el pontífice.”Toma esa decisión sólo después de haber llegado a la firme convicción de que Cristo le concede ese ‘don’, por el bien de la Iglesia y para el servicio de los demás. Sólo entonces se compromete a observarlo toda la vida”, explicó.
Su sucesor Benedicto XVI también hizo declaraciones acerca del celibato: “Para comprender bien lo que significa la castidad debemos partir de su contenido positivo, explicando que la misión de Cristo lo llevaba a una dedicación pura y total hacia los seres humanos”. “Con el voto de castidad, los sacerdotes, religiosos y religiosas, no se consagran al individualismo o a una vida aislada, sino que prometen solemnemente poner las relaciones intensas de las cuales son capaces al servicio del Reino de Dios“, dijo en una homilía.
Celibato y naturaleza
Los antropólogos han considerado al celibato como algo contrario a la naturaleza humana, porque no solo somete instintos básicos de las personas, sino porque garantiza también una pérdida en la competencia evolutiva, ya que los célibes no dejan descendencia alguna.
Sin embargo, una nueva investigación de la Universidad de California, en Los Ángeles, ha podido determinar que, en términos evolutivos, el celibato puede representar una ventaja natural. Los resultados de este estudio se publican en la revista Royal Society Proceedings. Este equipo de investigadores, liderado por la profesora Ruth Mace, investigó las sociedades de monjes budistas que viven en la región tibetana de Amdo, actual provincia de Gansu en el oeste de China, eminentemente agrícola y ganadera. En esta región es frecuente todavía que los hijos menores de los granjeros locales sean enviados a monasterios, debido a creencias religiosas ampliamente compartidas.
Para profundizar en el impacto evolutivo de esta práctica ancestral, los investigadores encuestaron a 530 familias de 21 aldeas se esa región china. Recogieron datos genealógicos de cada familia, especialmente los relacionados con los varones enviados a monasterios, y descubrieron que esa práctica es ventajosa para las familias de los monjes.
En primer lugar, porque el retiro de un hijo beneficia a sus hermanos en el reparto de la herencia familiar, lo que se traduce en que adquieren más riqueza, mayores posibilidades de contraer matrimonio y de dejar más descendencia: sus esposas tienden a tener hijos a una edad más temprana. De esta forma, los padres que envían a uno de sus hijos a un monasterio obtienen más nietos que los padres de las familias que no tienen hijos monjes.
Eso significa que el celibato de uno de sus hijos es evolutivamente beneficioso para los padres. Según los investigadores, el celibato podría ser considerado como un mecanismo más del proceso de selección natural, que es la base de todo cambio evolutivo.
Lo comprobaron mediante un sofisticado modelo matemático que refleja el impacto del celibato en el éxito evolutivo del individuo y de toda la familia. Apreciaron dos posibles variables: la primera, que el celibato fuera una decisión personal del hijo. La segunda, que fuera decisión de los padres. Las consecuencias difieren claramente entre uno y otro caso. La realidad es que el celibato como opción personal es algo poco corriente en esta región china y no se contempla como parte de su cultura.
El papa Francisco defiende el celibato sacerdotal, destacando que “es un don” que “requiere relaciones sanas”, pues “sin amigos y sin oración” puede “convertirse en un peso insoportable”
Desde la perspectiva de un individuo, no es muy ventajoso en términos evolutivos. Sin embargo, el modelo reveló que el celibato solo se vuelve mucho más común e interesante cuando son los padres los que deciden enviar a uno de sus hijos al monasterio. Esta intervención paterna se produce siempre que se considere una buena opción para la familia tener un miembro en el monasterio. Eso significa que se trata de una práctica cultural moldeada por los intereses de los padres.
Monacato femenino
Los investigadores también llaman la atención sobre una posible derivada: este modelo también podría aclarar potencialmente la evolución de otras formas de favoritismo de los padres en otros contextos culturales, incluso el infanticidio, la privación deliberada de la vida de algunos niños, que no era infrecuente en muchas culturas antiguas.
Este modelo también podría explicar la rareza del monacato femenino, no solo en el Tíbet, sino también en otras comunidades estrictamente patriarcales. Al enviar a una hija a un monasterio, los padres reducen el número posible de descendientes, sin recibir beneficios de la distribución de beneficios, ya que las niñas no participan en la herencia. Pero en las sociedades donde las mujeres tenían grandes derechos, en particular, en algunas regiones de Europa Occidental, el monacato y el celibato femeninos eran (y son) bastante comunes.
Posición del papa Francisco
La posición calculada del papa Francisco ante el fenómeno del celibato, que El Camino Sinodal alemán, del que forman parte los prelados germanos y organizaciones laicas, ha aprobado en primera lectura varios documentos en los que plantea flexibilizar el celibato para los sacerdotes, no ayuda a avanzar en la resolución de este conflicto intraeclesial. El papa Francisco defiende el celibato sacerdotal, destacando que “es un don” que “requiere relaciones sanas”, pues “sin amigos y sin oración” puede “convertirse en un peso insoportable”. Por otro lado, el papa ha decidido no abrir la puerta a la ordenación de hombres casados en zonas remotas del mundo. La medida, cuyo estudio aprobó el Sínodo de la Amazonia, no se ha incluido en la exhortación apostólica Querida Amazonia que la Santa Sede ha presentado. La decepción en los sectores más aperturistas de la Iglesia será evidente.
Por último, compartir esta reflexión de Agatha Christie: “Lo más razonable que se ha dicho sobre el matrimonio y sobre el celibato es esto: hagas lo que hagas te arrepentirás”.
José María Manzano Callejo
Tribuna.es 2022-08-19
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